Debido a una caracter�stica muy propia de los hijos
de este planeta - la de tener una imagen ilusoria acerca de
s� mismo y de los dem�s - nos extenderemos un poco en la descripci�n
de este car�cter.
En principio, todo lo que se dice de la vida interior
del uraniano puede aplicarse al neptuniano, s�lo que en estos las
cosas suceden ah� afuera.
Son como la versi�n extrovertida del uraniano.
Un neptuniano es reconocible a trav�s de un detalle
de su personalidad que se destaca a la distancia: la exigencia,
para consigo mismo y para con los dem�s. Y encima es una exigencia
cr�tica, aguda, obsesiva, constante, impaciente....
Nada est� demasiado bien hecho para un neptuniano.
Es muy terrible tenerlos como jefes, padres, madres, profesores o
algo parecido, puesto que si a�n uno hubiera hecho lo mejor
de s�, el neptuniano apenas si lo notar�. Sin embargo, la menor falla
lo irrita al m�ximo.
Antes que mal hechas, el neptuniano prefiere que las
cosas no se hagan.
Se podr� preguntar, entonces, qu� puede haber de bueno
en esta gente, y con raz�n; pero hay algo m�s enloquecedor a�n que
lo anterior, y es que los neptunianos cambian de humor entre una palabra
y la otra, y cuando de pronto se tornan encantadores....son
verdaderamente encantadores!
Ponen todo lo mejor de s� para atenderlo a uno, adivinan
los deseos y los cumplen a su manera, es decir, perfectamente.
A veces uno se da cuenta de lo mucho que hacen estas
personas para agradar y ser �tiles a los dem�s, incluyendo a uno mismo...
lo que hace que nuestras fantas�as criminales para con ellos nos hagan
sentir terriblemente culpables... hasta que el neptuniano cambia de
nuevo.
Pocas cosas m�s neptunianas en el mundo que colocar
a todos los que le rodean en el terrible terreno intermedio
entre la ternura agradecida y el odio can�bal. Definitivamente, el
neptuniano es alguien que no puede ser comido crudo sin culpa.
Esto en cuanto a su entorno inmediato. Ahora hablemos
de otro de los pilares fundamentales de la arquitectura interior de
un neptuniano: la incre�ble capacidad que
tienen de enga�arse acerca de s� mismos y acerca de los dem�s.
Continuamente imprimen sobre la realidad interior
y exterior un mundo de ilusi�n y fantas�a que fue claramente detectado
por los astr�logos de principios de siglo, hasta el punto de que ellos
asignaron a este planeta la regencia de los sue�os.
Esto es hasta tal punto as�, que si uno tiene dudas
acerca de su grado de neptunianidad, s�lo debe observar cu�n a
menudo se enga�a a s� mismo con respecto de los conocidos y/o amantes.
En cada temperamento c�smico hay muchos elementos
curiosamente relacionados con el planeta regente, y aqu� tenemos un
caso: el planeta Neptuno, denominado as� en honor al dios de los mares,
parece generar realmente en sus hijos una interminable sed
de aguas dulces y saladas, y esto en ambos sentidos: se toman todo
y adem�s su sue�o dorado es comprarse un barquito y perderse en el
horizonte. Y encima, adoran la lluvia, la niebla, las tormentas, las
nubes, las cascadas, las piletas, las peceras, aun los charquitos
de agua (siempre que no est�n en su living). Otro detalle derivado
de esto: los modelistas (tanto de trenes como de aviones o barcos
) son predominantemente neptunianos. El neptuniano se encuentra c�modo
en ese rubro porque ah� pueden juntar la pasi�n por viajar con la
exigencia en la ejecuci�n de cosas que tienen mucho detalle.
En general, aman construir barcos, casas, muebles, o las manualidades
minuciosas tales como tejer, artesan�as, miniaturas, mec�nica, etc.
Los neptunianos son como los ni�os, pues cualquier
silencio demasiado prolongado es casi siempre una mala noticia: aun
cuando uno los vea quietos y meditabundos, uno no debe de enga�arse:
probablemente est�n perge�ando un viaje de poliz�n por el Transiberiano,
o el primer cruce del Oc�ano Pac�fico en un salvavidas.
El neptuniano odia lo complicado y es un gran amante
de la simplicidad: no soporta ver su casa llena de cosas in�tiles,
as� como considera que existen demasiadas palabras en el diccionario;
por ejemplo, vida y aventura son sin�nimos, as� como compulsi�n y
acci�n, o pasi�n y amor.
Si bien una gran parte de sus vidas transcurre en
el v�rtigo, el neptuniano es tambi�n capaz de crear una quietud que
posee la particularidad de su intensidad. Esto merece ser atendido,
porque forma parte esencial de la energ�tica del neptuniano.
Los dos polos entre los que se mueve son el v�rtigo
- que predomina - y la completa quietud, ambos muy intensos.
Cuando un neptuniano se halla quieto, se halla realmente
quieto. Es la magn�fica quietud de las monta�as, de los leones
dormidos, de los �rboles centenarios. Una quietud que todo lo impregna,
que detiene el tiempo.
Los otros temperamentos conocen o la quietud sin energ�as,
ap�tica, llana (lunares, venusianos), o el dinamismo abrupto, desbordado
y acelerado (mercurianos, uranianos, marcianos); s�lo los neptunianos
- y, en menor grado, los solares - pueden estar a la vez intensos
y en paz.
Desde esa calma propia de los abismos del mar, surge
el neptuniano como renacido a emprender un vuelo furioso: se despide
de sus seres queridos con l�grimas de cocodrilo en el puerto,
y zarpa hacia m�s vida o m�s muerte.
Rara vez buscar� la sabidur�a dentro de s�; para el
neptuniano, la Vida es una deslumbrante llamarada que est� encendida
por todas partes, ah� afuera.