El v�rtigo superficial
Estos peque�os cascarrabias poseen la particularidad
de hacer las cosas r�pidamente y bien, a ra�z de la permanente angustia
melanc�lica y la aceleraci�n que sufren, adem�s de una energ�a relativamente
alta a pesar de sus profundos y asimismo veloces altibajos.
Estos cuadros son t�picos de los extremistas,
los snobs, los aventureros y los transgresores. Pero nada de esto demasiado
en serio ni durante demasiado tiempo.
Quiz�s la mejor imagen del mercuriano sea
la del colibr�: fugaz destello de luz, aparici�n fantasmal, zumbido
celestial y el vestido de gala siempre listo.
Y la impresi�n, que sale de no se sabe
d�nde, de que no es un ser real, sino una burbuja multicolor; demasiado
fantasioso para ser cierto, exuberantemente colorido y fr�gil para la
dureza de la vida com�n y corriente. Esto �ltimo no es muy metaf�rico,
porque a pesar de que al mercuriano le fascina vestirse espl�ndidamente,
su gusto por el lucimiento personal a trav�s de sus logros, ideas originales
y modo de vida es ampliamente mayor; obviamente, todo esto en el mundo
de la moda y/o del jet-set, no en el de la pol�tica, religi�n,
ciencia, ni nada demasiado serio; en realidad, el mercuriano es un hijo
del v�rtigo superficial.
Junto a la velocidad, la caracter�stica
energ�tica m�s acusada del mercuriano son sus altibajos, su inestabilidad
omnipresente, que se traduce por cambios de humor instant�neos y giros
de 180 grados en pr�cticamente cualquier cosa, y en cualquier momento.
Directamente impredecibles, siempre sorprender�n
con agitados y novedosos sucesos interiores y exteriores, pero nada
muy profundo de verdad. Esta es precisamente otra de sus llamativas
caracter�sticas: la superficialidad y la frivolidad con p�tina de cosa
profunda.
Todo esto parece surgir de una conciencia
permanente y rec�ndita del irremediable transcurrir del tiempo, que
es algo que le desespera, puesto que para el mercuriano la vida es hasta
la juventud y apenas un poco m�s, cayendo el resto en la categor�a
de lo tr�gico.
Su extraordinario y despiadado poder de
an�lisis junto con la permanente inquietud e insatisfacci�n que irradian
todo el tiempo, los convierte en uno de los personajes de m�s dif�cil
convivencia. Son los perfectos burros detr�s de la zanahoria, pero burros
inteligentes y din�micos. El hecho de que se diga de ellos que son inteligentes
puede descolocar un poco, pero bueno, es as�; son d�ctiles mentalmente,
aunque ellos prefieran quedarse a vivir en una zona poco recomendable
del cerebro. Otros dir�n que es precisamente esta decisi�n la que no
permite que ellos sean considerados realmente inteligentes sino meramente
h�biles, algo en verdad muy distinto.
A todo esto, es imprescindible mencionar
un car�cter destacado de su psicolog�a: la carencia de modestia,
una palabra que suelen confundir con "modista".
Muchas veces logran sus grandes prop�sitos,
pero su estabilidad en el �xito es tan breve como en el fracaso: siempre
hay un inmediato despu�s para el acelerado mercuriano, quien cree que
la frase dolce far niente es sumamente apta para los mediocres,
esto es, todos menos �l. En efecto, nunca hay que estar sin hacer
nada: �hay que divertirse, amargos!