La
Plata, 2003 abril 22, 7:00 hs.
Izquierdas y derechas y verdes.
Me levanté pensando en cómo explicar a los jóvenes
el asunto éste de las izquierdas y derechas. Para mi gusto,
nadie les dice la verdad, y los resultados son terribles. Y la mejor
demostración de esto es la situación política
argentina.
Anoche tuve una breve charla con el más uraniano de los hijos de
Elena, de 15 años. Entiende todo con una velocidad sorprendente,
y es bastante sensible a las energías sutiles. Mientras
mirábamos por la TV los destrozos que diferentes manifestaciones
izquierdistas habían llevado a cabo en Buenos Aires, le
expliqué en 20 minutos la diferencia entre derecha e izquierda.
Hace una semana entendió en sólo 45 minutos porqué
una guerra, dentro de su maldad, puede ser necesaria (hablando de la
guerra mundial contra el terrorismo) y cómo en Argentina existe
un ciego anti anglicanismo que ya le ha causado mucho perjuicio. Estas
cosas son imposibles de comunicar a un argentino adulto medio sin que
explote de rabia y pierda el hilo lógico de la
conversación. Los argentinos son contradictorios. Esencialmente,
como el chiste dice, son "italianos que hablan español, se creen
franceses y quieren ser ingleses". Pero cuando hablan parecen Fidel
Castro, a pesar de que jamás se irían a vivir a Cuba,
sino todo lo contrario: mueren por ser un estado de los Estados Unidos,
o al menos parte de la Commonwhealth, pero éstos son deseos
inconfesables.
Yo soy brutal a la hora de decir las cosas, no doy vueltas y llamo a
las cosas por su nombre. Pero creo que esta "brutalidad" es
infinitamente más útil a los jóvenes que la
hipocresía sin fin de los medios de comunicación y de la
educación que reciben, tanto en la escuela como en el hogar.
Cuando tengo que hablar de izquierdas y derechas a un joven, sea mi
hijo o no, voy al grano, y les digo que la diferencia esencial radica,
una vez más, en los temperamentos, que son el origen de las
castas, clases sociales y naciones. Les cuento de la importancia de la
herencia genética, y cómo la sociedad les engaña a
este respecto diciendo que "todos somos iguales". Ni en la naturaleza
ni en la sociedad humana esto es cierto, y por más que esas
diferencias sean odiosas, ahí están. Si uno las ignora,
peor para uno, y mejor para los nazis, fundamentalistas y extremistas
de todo tipo.
El hecho crudo es que no somos todos iguales, y que hay personas
más hábiles intelectualmente, otras más afectivas,
mientras otras son más instintivas. Estas 3 clases conforman
respectivamente las clases alta, media y baja de toda sociedad. Existe
una cuarta, que suele ser muy pequeña: los perceptivos, una
clase que es radicalmente distinta a las demás. En las edades de
oro, esta casta fue siempre predominante, y conformaba la clase
religiosa, que puede nutrirse de miembros surgidos en las otras 3
castas. La función de la casta religiosa es ligar a la mente
grupal de una sociedad a la Naturaleza. Son los ojos espirituales del
cuerpo social.
Por cuestiones de evolución, o esotéricas, o por lo que
sea, en este momento la casta religiosa no está al mando en
ningún país del mundo, aunque brevemente lo estuvo en la
India, en la época de Indira Gandhi.
En Argentina, las castas emocionales e instintivas se alternan en el
poder (clases media y baja, radicalismo y peronismo) con el resultado
lógico que todos podemos ver.
Anoche le explicaba al uranianito cómo la clase alta de un
país generalmente tiene la razón en cuanto a cuestiones
económicas y políticas debido a su alta educación
y mayor información, pero a la vez - y debido a su
selección genética - es muy poco afectiva y
egoísta. Mientras tanto, la clase media tiene toda la capacidad
afectiva que le falta a la clase alta, pero lastimosamente esas
personas carecen de la agudeza de "la high", no son lógicos, no
captan bien los hechos y son sumamente supersticiosos. Y la clase
instintiva, la más baja, suele ser la víctima
preferencial de los otros dos, a menos que suban al poder, generalmente
de la mano de los corruptos sindicalistas; entonces lo peor es
esperable.
Mientras hablábamos de estas cosas, veíamos a la gente de
izquierda apalear a un policía, y luego la vendetta de
éstos, entremezclado con avisos políticos pre-electorales
verdaderamente indignantes por su populismo e hipocresía. Todo
esto es el mejor demo de una sociedad sin lógica ni
religión, alejada de la Naturaleza y sus leyes.
Dentro de la política, los verdaderos verdes-ecologistas
deberían ser la expresión de la casta religiosa de la
sociedad, pero en vez de eso, se han convertido en un ala de la
izquierda, firmemente al lado de los emocionales e instintivos. Y
así perdemos la oportunidad de crear el único
partido-clase que sumaría el intelecto de los altos con el
afecto de los medios y la naturalidad de los bajos.
Sin su
casta religiosa toda sociedad estará descabezada, y aunque
camine, lo hará ciego, sordo, insensible y rompiendo todo lo que
encuentra a su paso.
El Señor de los Anillos.
Estuvimos mirando esta serie en DVD. Es notable cómo Tolkien
caracterizó los temperamentos humanos, llevándolos a sus
extremos. Ahí están los uranianos elfos, los hobbits
solares y lunares, los marcianos hombres, el sabio saturniano, el enano
y el rey jupiterianos, el protagonista neptuniano, los venusianos
orcos, el mercuriano (aunque no elegante) Smeagol, el super plutoniano
mago de la super plutoniana torre... en fin, todos. Tolkien ha sido
acusado de racista, y es verdad que eleva las diferencias humanas al
rango de especie, así como también las asociaciones de
blanco-celestial y negro-infernal, pero creo que esa acusación
es injusta. De todos modos, por la TV los chicos reciben todo el tiempo
el mensaje de que los humanos somos diferentes unos de otros, pero
luego llegan los políticos, religiosos y maestros de escuela a
decirles con tonito de buenotes y cara de boludos: "hermanos, todos
somos iguales" (coro de ángeles).
¿Hipocresía? Sí, al cuadrado.