Ustedes tienen la idea de que sólo cierta gente tiene
la llave del Reino de la Felicidad. Nadie la tiene. Nadie tiene
la autoridad de tener esa llave. Esa llave es vuestro propio
ser, y en el desarrollo, purificación y la incorruptibilidad
de ese ser solamente está el Reino de la Felicidad.
Es necesario meditar para descubrir si existe algún significado
en la vida. Y en la meditación también descansa
el fundamento de la conducta recta, recta en el sentido de correcta,
no de acuerdo a un ideal, no de acuerdo a un patrón,
no de acuerdo a ninguna fórmula, sino acción que
tiene lugar cuando existe una completa observación de
lo que está sucediendo en uno mismo.
Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y que ustedes
no pueden aproximarse a ella por ningún camino, por ninguna
religión, por ningún culto.
El aprendizaje real comienza cuando el espíritu competitivo
ha cesado.
Para los así llamados religiosos ser sensibles es pecar,
un mal reservado para los mundanos; para los religiosos lo bello
es tentación, algo a ser resistido; es una distracción
maligna a ser negada. Las buenas obras no son un substituto
del amor, y sin amor todas las actividades conducen al dolor,
noble o innoble.
Siempre que ha habido un gran florecimiento de arte, música,
poesía, etc., sucedió luego de un gran período
religioso. ¿Que vemos después de que el Buddha
apareciera? ¡Las cuevas de Ajanta y Ellora!
Si hoy día alguien creara algo como eso, sería
aclamado en todo el mundo. ¡Personas anónimas hicieron
eso! El verdadero sentimiento religioso es la madre de toda
creatividad.
Krishnamurti (Balasundaram, "Krishnamurti tal como lo
conocí")
La Religión es el sentimiento de
bondad, de aquel amor que es como el río, viviente, moviéndose
incesantemente. En ese estado podrán descubrir que llega
un momento donde ya no hay más búsqueda en absoluto.
La mente religiosa es la explosión del amor. Es este
amor el que no conoce separación. Para él, lejos
es cerca. No existe el uno o los muchos, sino ese estado de
amor en el cual toda división cesa. Como la belleza,
no es medible por las palabras. Solamente desde este silencio
es que la mente meditativa actúa.
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