Mantener el cuerpo con buena salud es un deber. De otra manera,
nosotros no seremos capaces de mantener nuestra mente fuerte
y clara.
Sólo por uno mismo el mal es hecho; por uno mismo uno
sufre; por uno mismo el mal deja de ser hecho; por uno mismo
uno es purificado. Pureza e impureza pertenecen a uno, nadie
puede purificar a otro. Uno mismo debe hacer el esfuerzo. Los
Tathagatas son los únicos predicadores.
Sean luz para sí mismos.
Descansen en ustedes mismos, no dependan de nadie más.
Aquellos que meditan con perseverancia, constantemente trabajando
duro en ello, son los sabios que experimentan el Nirvana, la
última libertad de las cadenas.
Abandonemos, entonces, la herejía de adorar a Ishvara
y de orarle; no nos perdamos más en especulaciones vanas
o sutilezas sin valor; rindamos nuestro ser y nuestro egoísmo,
y como todas las cosas están atadas a una causa, practiquemos
el bien de tal manera que el bien resulte de nuestras acciones.
Tal como una madre protegería a su único hijo
a riesgo de su propia vida, cultiven un corazón sin barreras
hacia todos los seres. Dejen que su mente sin barreras saturen
el mundo entero.
De la meditación surge la sabiduría. De la falta
de meditación, la pérdida de sabiduría.
Reconociendo esos caminos alternativos de progreso y declinación,
uno debe disciplinarse a sí mismo de modo que la propia
sabiduría aumente.
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